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Ed Gein:
Edward Theodore Gein (27 de agosto de 1906 - 26 de julio de 1984) fue un asesino y ladrón de tumbas estadounidense.
Únicamente se probaron dos asesinatos cometidos por él (los de Mary Hogan y Bernice Worden), pero debido a su afición a conservar cadáveres (tanto los de sus víctimas como los que desenterraba) y a fabricar con ellos mobiliario y ropa, se generó un gran impacto alrededor del descubrimiento de sus crímenes. Al haber cometido menos de tres asesinatos no encaja en la definición tradicional de asesino en serie. Pese a ello sus actos despertaron gran interés en la sociedad y sirvieron de base para muchas obras de ficción.
- Nacimiento e infancia de Ed Gein:
Edward Theodore Gein nació el 27 de agosto de 1906 en el condado de Crosse, Wisconsin (Estados Unidos). su padre, George, se quedo huérfano en 1879 cuando solo tenia 5 años. George Gein fue educado por sus severos y devotos abuelos en una granja cercana a la de Crosse. cuando cumplió veinte años se marcho la cuidad, donde cambiaba constantemente de trabajo. empezó a beber y en 1899 se caso. no era una pareja afortunada. Agusta Gein, que procedía de una estricta familia de inmigrantes alemanes, era una mujer austera y fanáticamente religiosa. pronto nacería Ed, su segundo hijo. había deseado que fuera niña. la educación luterana que había recibido y su matrimonio, desarrollaron en ella un profundo aborrecimiento hacia los hombres. en 1902 había nacido Henry, el primer fruto de esta unión sin amor. Agusta se prometió a si misma que su hijo Ed no seria nunca como esos hombres lascivos y ateos que veía a su alrededor.
Desde el primer momento, la vida de Eddie estuvo totalmente dominada por su madre. Ella llevaba sola el negocio familiar, una frutería en La Crosse, Wisconsin. Su marido se pasaba el día dejándose todo el dinero en los bares del lugar. Ella era partidaria de imponer una disciplina muy dura. Castigaba a sus hijos y era incapaz de ofrecerles el consuelo o el amor de una madre. En 1913, los Gein comenzaron una nueva vida como granjeros. Después de pasar un año en una granja de vacas a unos veinticuatro kilómetros de La Crosse, finalmente la familia se instaló en un pequeño rancho aislado a las afueras de la ciudad de Plainfield. Uno de los primeros y más inquietantes recuerdos de Gein sobre su infancia era cuando miraba fijamente a través de la puerta del matadero de la tienda de sus padres en La Crosse. Miraba hipnotizado cómo su padre sostenía un cerdo atado mientras su madre, con gran habilidad, le abría la tripa de un navajazo y le sacaba las entrañas con un largo y afilado cuchillo. Muchas veces a lo largo de su vida Gein diría que esta matanza le producía náuseas y que ver sangre le hacía sentirse como si se fuera a desmayar. Incluso cuando la policía le interrogó años después, pudo recordar el incidente de La Crosse con todo lujo de detalles. Veía que su madre llevaba un delantal largo de cuero salpicado de sangre y barro. Gein sentía aversión por la sangre y las matanzas, cosas habituales en una comunidad rural donde la caza y la ganadería eran la forma de ganarse la vida. Sin embargo, devoraba los cómics de terror y los libros sobre violencia, sobre todo lo relacionado con los Campos de Concentración nazis y las torturas que allí se desarrollaban. Era el único tema que le motivaba a hablar. Aunque a menudo la conversación llegaba a su fin en cuanto hacía uno de sus macabros comentarios. Durante los primeros dieciséis años de su vida, el único contacto de Gein con la realidad fue el colegio. Pero tan pronto como Eddie encontraba un amigo, su madre se oponía a esta nueva amistad. Todo el mundo suponía ante sus ojos una amenaza para la pureza moral de su hijo. Continuamente citaba la Biblia, recordándole que los hombres eran todos unos pecadores. Gein dejó de tener contacto con otros niños. Los que le conocieron más adelante le recordaban como un hombre tímido y débil. Augusta empezó a despreciar cada vez más a su débil y borracho marido. George reaccionó encerrándose en sí mismo, aunque a veces se emborrachaba y le pegaba a su mujer mientras Eddie y su hermano Henry le miraban sin poder hacer nada. Después de sufrir estos ataques, Augusta se ponía de rodillas y rezaba. Sus oraciones fueron escuchadas. En 1940 George murió, inválido, a la edad de sesenta y seis años. A mediados de los cuarenta el negocio de la familia empezó a ir mal, y Ed y Henry tuvieron que buscar otro trabajo para llevar más dinero a casa. Gein admiraba a su hermano, pero su relación empezó a hacerse más tensa cuando éste le sugirió que esa dependencia respecto a su madre podía ser perjudicial. En la primavera de 1944, Henry murió en extrañas circunstancias. El y Eddie habían estado intentando apagar un fuego cerca de su granja cuando se separaron. Sin embargo, Eddie supo conducir a un grupo de hombres exactamente al lugar donde su hermano yacía muerto. Aunque tenía un golpe en la cabeza, se certificó muerte por asfixia. Poco después de este doloroso suceso, Augusta Gein sufrió un ataque al corazón. Durante doce meses Eddie la cuidó con amor, intentando que se restableciese, pero pocas semanas después, en diciembre de 1945, murió. Tras el sepelio, Gein regresó a su granja y decidió conservar intacta la habitación de su madre, como un macabro homenaje a su progenitora.
Antes del caso Gein hubo ciertas desapariciones inexplicables en Plainfield y sus alrededores. En mayo de 1947, Georgia Weckler, de ocho años, desapareció en Jefferson después de que un vecino la llevara en coche a su casa. Nunca más se la volvió a ver. En noviembre de 1952, un granjero llamado Victor “Bunk” Travis desapareció junto con su amigo Ray Burgess, de Milwaukee, cuando iban a la caza del ciervo. No se les volvió a ver. Un año después, Evelyn Hartley, de quince años, desapareció cuando cuidaba los niños de un vecino. La policía encontró señales de pelea y manchas de sangre fuera de la casa. Después de una intensa búsqueda se encontraron algunas ropas manchadas de sangre cerca de una autopista. Sin embargo, nunca encontraron el cuerpo.
Los agentes de la policía que investigaban la desaparición el 17 de noviembre de 1957 de Bernice Worden, dependiente de la ferretería de Plainfield (Wisconsin), sospecharon que Ed Gein estaba implicado en el caso. Cuando entraron en su casa, encontraron el cuerpo de Worden colgado de los tobillos, decapitado y abierto por el torso. Entre otros macabros hallazgos, encontraron también diez cabezas de mujer a los que les había quitado la parte superior, pantallas de lámparas y asientos hechos de piel humana, platos de sopa hechos con calaveras, más calaveras en los postes de su cama, órganos en el frigorífico, un collar de labios humanos, una caja de zapatos con nueve vulvas y muchos más objetos hechos de partes de cuerpos humanos. Todos estos objetos fueron fotografiados y destruidos.
Al ser interrogado, Ed Gein admitió que abría las tumbas de mujeres recientemente fallecidas y robaba los cuerpos, llevándolos con su furgoneta a su casa donde curtía las pieles para hacer sus posesiones. También admitió haber asesinado a Mary Hogan, una camarera desaparecida desde 1954. Nunca fue probado ni admitido por él que cometiera canibalismo, y también negó haber tenido relaciones sexuales con los muertos, aduciendo que «olían muy mal».
Fue declarado enfermo mental y pasó el resto de sus días en una institución psiquiátrica donde se destacó por su buen comportamiento. Falleció en el verano de 1984, a la edad de 77 años por insuficiencia respiratoria.
Se cree que su madre, Augusta, se esforzaba en impedir cualquier influencia ajena a la suya propia sobre sus dos hijos. Fue, en parte, lo que causó su trastorno mental. Augusta fue el último miembro de la familia cercana de Ed, murió en 1945, y éste, selló por algún motivo su habitación.
Mientras Ed Gein se encontraba detenido, su casa ardió hasta los cimientos, seguramente a causa de un incendio provocado. Su furgoneta fue subastada y el comprador hizo negocio con ella llevándola de tour por varias ciudades y cobrando por ver su interior lleno de sangre y restos humanos.